El monte ha amanecido bajo brillante centellada,
nadie va a perturbar hoy su silencio invernal.
Latente en su interior, guarda la esperanza de la primavera y su escala cromática. La naturaleza devuelve a la luz el verde, para envolver de
piel-musgo cada roca escondida.
El manto recorre lenguas precedidas de pasadizos que invitan a reconstruir el prisma a través del que captar y comulgar con el silencio de la tierra dormida.
Latente su luz espera, penetrando en grietas que escuchan tras el silencio, el goteo crepuscular de un agua dorada que reviste el eco interior de la gruta-útero.
El alma de los árboles nos muestra la sabia al cobijo y entre sus ramas desnudas, relucen las Guardianas vestidas de fuego, tiempo, sueño, nutrición, nido, naturaleza, silencio, emociones, vida y tribu.
Dichosa quien espera renacer, quien la toma de la mano, ... la espera se deja coger y me regala una kukupela para el invierno conmigo.